LAS PULPERÍAS Y LOS ROBOS

 

El propio desorden de la explotación de los cueros se había reflejado en la forma cómo llegaban a los puertos de exportación, existiendo una gran cantidad de personas que se ocupaban de su acopio en las pampas.

Mac Cann relata el caso de un vasco que llegaba al país, y una vez familiarizado con las costumbres de la población, empezó a viajar con un carro por la campaña, acopiando cueros que vendía luego en Buenos Aires. 

Al poco tiempo sacaba ya una utilidad liquida que le permitió adquirir una majada de ovejas y dedicarse a la agricultura (1).

Este caso relatado por el viajero inglés revela que este tipo de pequeño comercio acopiador existió en nuestras campañas mientras el comercio de cueros fuera lo principal en las estancias.

Más tarde, cuando el comercio de carnes pasó a ser lo fundamental, los ganados fueron llevados a los mataderos de los pueblos, y este comercio languideció completamente. Hacia fines de la década de 1940 todavía persisten en las campañas atrasadas del norte santafesino algunos ejemplos del mismo, verdaderas reliquias del tiempo hispánico.

Era tal el grado de desarrollo que habían adquirido estos pequeños comerciantes viajeros, que los gobierno se vieron obligados a perseguir este tráfico porque constituía un verdadero perjuicio para los grandes hacendados al adquirir cualquier clase de cueros, sin entrar a averiguar si el gaucho que vendía había sido propietario del animal sacrificado o era un simple ladrón de ganado de las estancias.

Llegaron a tal grado los despojos de esta clase, que el virrey Cevallos, por bando del 17 de noviembre de 1777, prohibió este comercio de "pulperos y mercachifles de campo, mandando que ninguno salga a comprar trigo y cueros, sebo y grasa, y que por ningún motivo lleven aguardiente a vender por resultar de esto los hurtos que se hacen a los hacendados, el mal servicio de las cosechas y las muertes y heridas que por lo común suelen suceder.

Esta preocupación continúa después de la Revolución de Mayo de 1810. 




En cualquier colección de documentos económicos no es difícil encontrar bandos y resoluciones prohibiendo este tráfico comercial de las denominadas PULPERÍAS VOLANTES. 

El gobernador de Santa Fe, Estanislao López, dicta el 26 de noviembre de 1836 un decreto suprimiendo las pulperías volantes en la campaña. La misma expresa:

"Constituido el gobierno, en el deber de asegurar por cuantas medidas estén a su alcance las propiedades rurales y de proteger a los beneméritos vecinos de nuestra campaña, no pudiendo desoír el clamor de éstos por los males que causan las pulperías volantes, cuyos dueños percibiendo exclusivamente el lucro de ellas, fomentando el robo, el juego, la embriaguez y todo clase de vicios y desórdenes, con el objeto de cortar tamaños males, el gobierno ha acordado y decreta:

1º) Quedan prohibidas las pulperías volantes en toda la campaña, y lo quedan igualmente en ambas fronteras,

2ª) Pasados quince días de la publicación de este decreto, será decomisada toda pulpería volante que se encuentre en cualquier punto de la provincia, y su producto repartido proporcionalmente entre los aprehensores,

3ª) El dueño o conductor de la pulpería volante, las personas que vayan en su servicio, incluso los que tienen o dirijan el carro, carreta o carretilla en donde transporten la pulpería, pagará cada uno 50$, y los que no puedan satisfacerla serán destinados por 6 meses a las obras públicas."


Eduardo B. Astesano: HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA. Aporte a la formación de una conciencia industrial argentina

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